Ayudando a los aldeanos

Me fuí como de costumbre al bar de la esquina mientras descansaba del asqueroso trabajo ninja de cada día, mi familia me veía como el futuro exponente del ilustre clan, pero a mí me valía un huevo lo que ellos pensaran, morir y vivir por la aldea era algo que me la traía floja en aquellos días.

-Preciosa, te ayudo...- le lancé una mirada a una de las jóvenes que intentaba montar un canasto en una carreta bastante grande.

Me sonrió con unos ojos negros muy llamativos y pudenotar que estaba vestida con una minifalda ajustada que acentuaba toda su anatomía, aquello era sin dudas mucho más motivador que las estúpidas ideas de mis padres.

Resultó que aquella joven era la empleada de uno de los gremios de comercio de la villa y antes que pudiese siquiera prender uno de mis cigarrillos tenía delante a uno de los gordos jefes que me ofreció un montón de dinero por ayudar con varias tareas, mientras aquella pícara me hacía guiños con los ojos.

Encogiendo los hombros estreché la mano escuálida de aquel gordo y puse manos a la obra, ayudando en todo lo que pude, lo cual me llevó unas buenas horas, sólo aliviado por lajoven que me brindaba agua y me secaba el sudor de la frente llevando como propina unas buenas palmadas en sus nalgas cada vez que se me ponía a tiro.

Al final puse todo aquello en orden y una vez que me pagaron me despedía de la joven con un beso descaradamente robado y me iba a darme unos tragos y a fumar en casa de unos colegas de la aldea.